El alumnado aprende a pensar desde la resolución de los juegos matemáticos, a la vez que ejercita la competencia lingüística y su creatividad.
Partimos de un trabajo en el que los alumnos y alumnas de Primaria en asamblea al inicio de cada sesión, comparten su visión de un problema matemático. El centro del aprendizaje ya no son las operaciones ni los cálculos, sino la resolución de problemas y juegos. El razonamiento y la explicación de la solución parten del propio alumno y alumna; la profesora cambia de rol para convertirse en una dinamizadora del aprendizaje en el aula.
«Se busca que el/la alumno/a hable, escriba y razone matemáticamente, que adquiera estrategias para resolver problemas».